19 de febrero de 2013

3 de febrero de 2013

Fermata Romántica

Recuerdos de esencia vital pasada,
de tantos instrumentos,
de labios que hablan, cantan, besan, bromean,
y del tequila que los empapa.

De músicos que recordamos cómo sonábamos.
Soñábamos.

So(na)mos música.

Cuando el sentir se hace palabras

Me encanta ver vuestros movimientos sincronizados
vuestros pasos juntos, me encanta vivir vuestras mareas altas y vuestras mareas bajas.
Tan fuera de vosotros mismos y tan dentro del otro.
Tan orgullosos de serlo todo para la persona que lo es todo para vosotros.
Sois cada uno el amor que recibís
de quien es tan conocido y tan intrigante
que aún hace revolotear las mariposas.
La humildad que despierta el cariño tan profundo
y el miraros obnubilados durante segundos que son años.
Me encanta ser capaz de ver gestos, intenciones, sentimientos
que son invisibles desde dentro.
Sois perfectos en vuestro desequilibrio compensado
y quien diga lo contrario es que no tiene la suerte de ver lo bonitos que sois juntos.
Me encanta compartir con vosotros tardes y noches y días y flores.

Sabed que sois parte de mí.

Y que os quiero.

La calma de mis prisas

Mañana laborable, tarde de cine y noche de arroz y té sin acabar.
Es una preciosa situación esperada, cuando hay
cuatro manos y cuatro manos,
dos labios y dos labios que se juntan
en la oscuridad que requiere la luz proyectada.
Somos cuatro historias entrelazadas
que se enredan y se deshacen
y se enmarañan o se atraviesan.
Es la confusión y la alegría que se me nubla siempre
por esa sensación de decepción que siempre me recuerda
que hay dos tipos de edades,
dos tipos de edades y dos mil estados de ánimo y formas de ser,
no siempre compatibles entre sí.

Me niego a pensar que aceptamos el amor que creemos que nos merecemos
Me niego a pensar que todos los caminos conducen a Roma.
Me niego al champán servido en vaso.
Me niego a hacerte volar para yo quedarme en tierra.

Yo quiero ver contigo, quiero viajar,
subir, bajar, reír, volcar, sentir.
Quiero que tu calor sea mi excusa y que mi frío sea la tuya.

Pero estos verbos con sujeto elíptico necesitan complementos
más directos que indirectos.
La subordinada es ahora más yuxtapuesta que nunca,
y tiene el impulso esta oración caprichosa de,
si no aparece su nexo adecuado,
ir a buscar otra piel que tenga un polo opuesto al de la suya.

Podemos compartir noches de una hora,
pero mi necesidad de calor
sólo la entienden Sinatra y Aznavour.
De momento, en Madrid es febrero y hace mucho frío.

Exageración justificada de un alma cambiante
en una noche del mes más cambiante del calendario.

I say
splendid.