1 de septiembre de 2014

Hielo

Y perderte a tí...

                                   ...como se pierden las horquillas



8 de junio de 2014

Dos palabras o mejor, ninguna

¿Para qué decir nada?
¿Para qué escribir nada?
Si ya queda testimonio de horquillas
decorando el suelo de tu habitación.

Ese gesto que me regalas de cuándo en cuándo
que sólo yo sé cómo me recorre la piel 
y me levanta del suelo
el tiempo justo que aguanto antes de abrazarte
y llenar tu cara de besos
para que siempre tengas de sobra.
Y es cuando te rebosan los piropos,
las caricias, los besos y las miradas tenutas
que yo las recojo 
como el que se refresca la cara en una fuente
de agua cristalina y dulce
después de un día de calor.

Cuando el tiempo pasa a través de nosotros
Madrid es más castizo,
la gente es única
y el aire huele a verano.

Y es entonces cuando sé
que no hace falta escribir sobre esto.
Porque los dos sabemos 
cuando cruzamos las miradas
que no hacen falta estrellas que recuerden esta historia.
Que ya quedó grabada en los adoquines
al pisar los días,
las noches que se nos escapan
y la luz del día que nos sorprende dando tumbos
por las calles de Madrid.



2 de abril de 2014

Nocturnidades

No sé si es porque te dejo,
porque me obligo a dejarte,
que llego a mi lugar nocturno,
a la plaza de las despedidas,
de los "me ha encantado verte"
y de "nos vemos el martes entonces",
llego, y HOY me niego a sólo

esperar.

Me coloco en lo que parece
el sitio perfecto
y me dejo abrumar por las luces,
azules en la fuente,
doradas en las farolas,
más tenues en las ventanas,
fluorescentes en los autobuses
que esperan la señal del reloj
para comenzar su danza,
despliegue nocturno
e incómodo hoy para mí,
que sigo en frente de la diosa y sus leones.

Es noche cerrada y a mi me fascinan las luces.

Abro los ojos todo lo que puedo
para que la luz que desprendes
y la de los coches,
que me miran blancas y me dejan rojas,
entren por mis pupilas
y se graben a fuego en mi retina.

No sé si es porque te dejo,
que el metro me parece acogedor,
que adoro no saber perderme
entre tus callejones castizos.
Es ahora que me parece adorable
el vaivén de los transeúntes
que corren buscando el N-número
de viaje a casa,
mientras yo sigo aquí quieta,
respirando tu noche y cerrando los ojos
para comprobar si soy capaz de recordarte
así de bonita y tan especial.

Esperaría otros 40 minutos
para seguir contemplando
lo que tantas veces había dado por visto,
pero debo irme...
las alas de mi búho se han abierto.

No sé si es porque te dejo,
pero ahora y más que nunca,
mi ciudad,
estoy profundamente enamorada de tí.

Un último vistazo.

Respiro.

"Buenas noches. Un sencillo, por favor"