2 de abril de 2014

Nocturnidades

No sé si es porque te dejo,
porque me obligo a dejarte,
que llego a mi lugar nocturno,
a la plaza de las despedidas,
de los "me ha encantado verte"
y de "nos vemos el martes entonces",
llego, y HOY me niego a sólo

esperar.

Me coloco en lo que parece
el sitio perfecto
y me dejo abrumar por las luces,
azules en la fuente,
doradas en las farolas,
más tenues en las ventanas,
fluorescentes en los autobuses
que esperan la señal del reloj
para comenzar su danza,
despliegue nocturno
e incómodo hoy para mí,
que sigo en frente de la diosa y sus leones.

Es noche cerrada y a mi me fascinan las luces.

Abro los ojos todo lo que puedo
para que la luz que desprendes
y la de los coches,
que me miran blancas y me dejan rojas,
entren por mis pupilas
y se graben a fuego en mi retina.

No sé si es porque te dejo,
que el metro me parece acogedor,
que adoro no saber perderme
entre tus callejones castizos.
Es ahora que me parece adorable
el vaivén de los transeúntes
que corren buscando el N-número
de viaje a casa,
mientras yo sigo aquí quieta,
respirando tu noche y cerrando los ojos
para comprobar si soy capaz de recordarte
así de bonita y tan especial.

Esperaría otros 40 minutos
para seguir contemplando
lo que tantas veces había dado por visto,
pero debo irme...
las alas de mi búho se han abierto.

No sé si es porque te dejo,
pero ahora y más que nunca,
mi ciudad,
estoy profundamente enamorada de tí.

Un último vistazo.

Respiro.

"Buenas noches. Un sencillo, por favor"