A ver si es posible que tu me expliques,
néctar de mi adolescente irresponsable,
por qué sigo escribiéndote poemas,
cuando lo único que mis manos reciben de tí
es el tacto áspero de mi teclado intentando
recrear el vínculo que nos unió tanto
y que nos separó tanto y que nos confundió tanto.
Y por si las teclas del ordenador
no estuvieran hartas de impregnarse con tu recuerdo,
ya te escribo también con las teclas del piano
canciones que nunca acabo porque ni yo tengo claro
cómo acabó lo nuestro.
A ver si es posible que tu me expliques,
inconsciente egocéntrico, néctar de mi adolescente irresponsable,
por qué en tu ausencia acústica, yo te oigo cuando te recuerdo
y nos recuerdo por las calles anchas y las avenidas amplias
los restaurantes con encanto y las habitaciones desvirtuadas
pero llenas del hipnótico y ferviente calor que desprendíamos
al dormir abrazados, o al querernos cerca, día tras día.
Y por qué sigo pensándote aunque me persiga la sensación de que,
efectivamente,
fuera de las avenidas con encanto y las calles desvirtuadas
y los restaurantes amplios y las habitaciones anchas,
no eres el que merece el amor infinito que mis poros segregan,
ajenos al orgullo, al rechazo y al engaño
que mi mente trata de asimilar en vano.
A ver si es posible que tú me expliques,
gilipollas inmaduro egocéntrico inconsciente,
por qué a pesar de mi consciencia aplastante de todo lo anterior
y después de todo,
sigues siendo el néctar de mi adolescente irresponsable.
|
A ver si es posible que... |