8 de junio de 2014

Dos palabras o mejor, ninguna

¿Para qué decir nada?
¿Para qué escribir nada?
Si ya queda testimonio de horquillas
decorando el suelo de tu habitación.

Ese gesto que me regalas de cuándo en cuándo
que sólo yo sé cómo me recorre la piel 
y me levanta del suelo
el tiempo justo que aguanto antes de abrazarte
y llenar tu cara de besos
para que siempre tengas de sobra.
Y es cuando te rebosan los piropos,
las caricias, los besos y las miradas tenutas
que yo las recojo 
como el que se refresca la cara en una fuente
de agua cristalina y dulce
después de un día de calor.

Cuando el tiempo pasa a través de nosotros
Madrid es más castizo,
la gente es única
y el aire huele a verano.

Y es entonces cuando sé
que no hace falta escribir sobre esto.
Porque los dos sabemos 
cuando cruzamos las miradas
que no hacen falta estrellas que recuerden esta historia.
Que ya quedó grabada en los adoquines
al pisar los días,
las noches que se nos escapan
y la luz del día que nos sorprende dando tumbos
por las calles de Madrid.