19 de junio de 2013

Al carajo

Noche de tres horas,
la noche que cubre el cielo con un edredón morado
el tiempo suficiente para oscurecer las intenciones.

Despejo el cielo para nublar tus ideas
y cuanto más sale el Sol en la ciudad,
más quema en las mentes de los hombres buenos.

Y es que el aumento de temperatura
se hace inevitable
cuando me doy la vuelta
y agarro el brazo que me abrazaba
y que ahora empieza a moverse
acariciando mi hombro.

Mis manos tocan tierra, clavícula, cuello,
explorando descubren músculos
que no han visto en ninguna otra espalda.
Dedos que en movimientos impredecibles
recorren mi columna
y me hacen suspirar con un espasmo.

Nadie dice nada.

Oficialmente,

estamos durmiendo.



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